Lima-Tarapoto 19032023

Hola! Hoy tuvimos una llamada corta, con papá de viaje en Tarapoto. El día viernes pasado llegó a Lima a las 8 de la noche y ayer en la mañana fuimos temprano a nadar al mar de la Costa Verde. Para ello, me desperté a eso de las 6 de la mañana, como se me ha hecho costumbre desde el inicio del verano, para buscar la bolsa de tela con la inscripción "Coloquio de Estudiantes de Sociología" y colocaren ella una botella de agua fresca para cada uno y el pote de avena con plátano que me había reconfortado de maravilla el sábado pasado. Había dejado ambos líquidos en la refri la noche anterior. De hecho, esa noche preparé, además de la avena con harina de 7 semillas, cocoa y algarrobina, una crema de verduras de poro, zapallo, cebolla y ajo, y un pollo Artisan al horno. Dos horas antes había dado una vuelta por Plaza Vea a hacer compras para la semana y para el desayuno del sábado, en el seríamos unas cuantas personas. En medio de estas preparaciones, a las 9 y media, me asustó un ruido en la entrada del departamento de Barlovento. Grégoire Etesse había llegado del aeropuerto y, con su copia de llaves ingresó al edificio número 395. Ya que tenía la puerta abierta para refrescar el interior de cocina, pude notar la llegada de papá, pasadas las 9 y media. Fue un muy agradable reencuentro. Pudimos conversar y compartir un momento juntos aquella noche. Tras girar en torno al tema, Papá se animó a acompañarme a nadar al día siguiente. La mañana siguiente, Piero nos esperaban con el Suzuki Swift que está aprendiendo a manejar. Éste se sorprendió de ver a papá y lo saludó con agrado. Mientras tanto, acomodé la batea roja de forma rectangular en la pequeña maletera del auto, cargada de mi tuba y máscara, los dos trajes de neopreno, las llaves, los limpiatipos para los oídos y algunas otras cositas de utilidad para las postrimerías del nado. Al llegar a Yuyos tuvimos unos primeros rayos de sol que iluminaban la arena, el agua y las múltiples aves que siempre andas por allí. Zarcillos, cormorantes, pelícanos y gaviotas suelen comenzar a moverse poco después del amanecer. En algunos casos empiezan a pescar, en otros se mueven del lugar de sueño al lugar donde pasan la mañana. Papá nadó con nosotros hasta la primera boya, y allí se quedó. Nosotros seguimos y llegamos hasta el faro, es decir, llegamos hasta mar abierto, en donde se sienten las corrientes frías y un mayor movimiento de las ondas marinas. Dentro de todo, el agua se sentía más cálida, debe ser por Yaku, pensé. Había visto por allí que se trataba de un nuevo ciclón que trajo agua caliente del norte del país. Ese día tuve la fortuna de encontrarme en medio de un cardumen de pecesitos pequeños, brillosos y plateados. Los vi con claridad y eso me alegró mucho. En nadadas anteriores he podido ver delfines, malaguas y peces más grandes. Tras la nadada y habernos cambiado, regresamos a Barlovento, con una satisfacción que solo el mar sabe dar a aquel que en él se adentra. Preparé el desayuno que tenía en mente cuando hice las compras, el día anterior, y me sentí feliz al ver llegar a Mariel justo a tiempo para compartir el omelette, la palta con sal y limon, el pan ciabatta recién comprado en Wiltons, la mantequilla, mermelada, las mandarinas, y el resto de cositas que estaban en la mesa. Desayunamos con piero, papá y mariel, compartimos una amena conversación. Fue un agradable momento, tras el cual papá se fue a hacer unos trámites, mientras que maru, piero y yo fuimos calle Kenko a visitar a Polly. Allí charlamos y pasamos un buen momento juntos. Hasta aquí me quedo, empezó a jugar Alianza Lima y debo dejar el blog para seguir el partido. Gracias por leer el blog y espero tengan un buen final de domingo. Una abrazo grande. 

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